lunes, 12 de mayo de 2014

Recordando el 3 de diciembre de 1990*

La llegada de Alfonsín al poder en 1983, apoyado por la Internacional Socialista, trajo consecuencias nefastas para las FFAA.. Este presidente que había sido abogado defensor de los derechos humanos en plena época de la guerrilla y lideraba el sector de la izquierda del partido Radical, sentía especial antipatía por todo los que vestían uniforme, y era evidente que después de producir el juicio de la Junta de Comandantes, se dedicaría a perseguir a quienes habían participado en la lucha contra la subversión.

Estos juicios plagados de errores con jueces de ideología afín a la que sustentaban los mismos subversivos, convocaban como testigos a los propios guerrilleros que habían huido a Europa y los traían con todos los gastos pagos.

Se involucró así, y se persiguió al personal de mandos del nivel medio, que en la época de la guerrilla tenían los grados más bajos y por lo tanto no tenían poder de decisión sobre las órdenes que recibían. Mientras tanto el generalato se hacía el distraído, sobre la responsabilidad que les cabía como superiores por las órdenes impartidas.

Estos hechos, mas los recortes presupuestarios a la Fuerza que limitaban su capacitación y el reequipamiento para reemplazar los elementos dados de baja por su uso, provocaron gran malestar en los cuadros medios, lo que motivó los levantamientos de Semana Santa de 1987 y de Monte Caseros en 1988, liderados por el Teniente Coronel Aldo Rico que pertenecía al sector del Ejército Nacionalista denominado Carapintada.

Las promesas que Rico recibiera de Alfonsín en dichos pronunciamiento nunca fueron cumplidas, lo que provocó otro levantamiento de dicho sector, el día 3 de diciembre de 1990, esta vez encabezado por su líder el Coronel Mohamed Seineldín y que fuera reprimido por el sector liberal del Ejército encabezado por el Traidor del General Balza.

Estos pronunciamientos estaban dirigidos contra la cúpula del Ejército que no asumía sus responsabilidades. Nunca se intentó llevar a cabo un golpe de Estado, como trataron de hacerle creer a la sociedad Alfonsin y el vendepatria de Menem.

Quienes participaron de esta gesta avizoraban la destrucción de las FFAA tal como sucedió. Arriesgaron sus vidas sus libertades y sus carreras sin especulación alguna, en la búsqueda de una Patria ordenada en los valores cristianos católicos y en un Ejército Sanmartiniano dispuesto a defenderla. Algún día los argentinos reconocerán esto.

                                                                                                Luis A Razzolini

*Publicado en Revista Milo N° 5; diciembre del 2011