jueves, 31 de julio de 2014

LA GRANDEZA EN LA PEQUEÑEZ*

Grandes líderes políticos y militares de la talla de Julio Cesar, Napoleón, Hitler, Mussolini, hasta Perón entre otros, han buscado afanosamente construir su poder sobre la base de sus victorias tanto en la guerra como en la paz, partiendo de estructuras sociales hastiadas de la opresión oligárquica y de tener que soportar la afanosa carga del desprestigio del espíritu de amor a la patria. Lo que no fueron capaces de entender, más allá de la genialidad de su capacidad de liderazgo y carisma, es que el verdadero poder no nace por la grandeza en si misma, sino del reconocimiento de la Soberania Divina, y de la pequeñez de quienes lo sustentan.

Para ser grande “hay que volverse pequeño” dice el Señor, porque el autentico poder no es el que deslumbra para luego desaparecer, sino aquel que perdura en el tiempo aunque sea una lánguida luz en las tinieblas.

Cristo, es Rey no solo por que es Dios, sino porque nos redimió, venció a la muerte y su luz perdura en el corazón de los más humildes, quienes creyeron en su palabra para luego salir a evangelizar. El Reino de los Cielos, esta en el corazón de cada hombre sabio, justo y humilde, y nunca existirá un reinado humano que lo sustituya.

En el pasado, se aceptaba que el poder era una facultad conferida por Dios, a quienes  luego tendrán la responsabilidad de rendir cuentas ante el altísimo del uso del mismo, pero esta perspectiva cambia con el laicismo, y ahora es el Pueblo quien confiere el poder a su líder para que lo use de la manera más apropiada. Por lo tanto el líder, ya no le temerá a Dios quien lo juzgará por sus actos, sino más bien al pueblo que se considera dueño de una soberanía que se atreve a ir en contra de los derechos del Creador.

En realidad es Dios quien con su infinita sabiduría confiere el Poder –sea directamente a una persona o indirectamente al Pueblo- pero siempre bajo el sistema de gobierno que fuere, la relación entre el gobernante y Dios esta estrechamente ligada.

En la actualidad, la base del poder se sistematiza mediante una única doctrina política basada en una forma de gobierno, heredada de un pueblo pagano como el griego, y que es la democracia, pero a diferencia de la ateniense que era oligárquica, esta es más peligrosa porque su tándem son las masas idiotizadas.

Así se desemboca en el sufragio universal inorgánico, es decir de todos, sin distinciones de actividad, arraigo, o raíces culturales e históricas, por lo que por ejemplo en el momento de votar, el sufragio universal abarca desde un argentino nativo, hasta un boliviano, paraguayo o de cualquier otro país, que por su mera nacionalización, ya están en los mismas condiciones “soberanas” para hacerlo, por lo que tenemos así una pluralidad de intereses que pueden resultar ajenos a nuestro sentimiento nacional y cristiano.

Cabe aclarar que no es lo mismo soberanía popular que nacional. La primera considera que el Pueblo es la fuente de todo poder, independientemente de Dios. La segunda hace referencia al derecho de autodeterminación de una nación respecto de otra.  Por esta sencilla razón el nacionalismo es el fiel reflejo de quienes han nacido y no “aterrizado” en suelo argentino, han mamado su historia, su cultura y principalmente su religión, heredada por España, que es la cristiana.

Es decir, que cuando se habla en definitiva de soberanía hay que tener presente primero que Dios es la fuente de todo poder, y luego que un pueblo legítimamente soberano se conforma por hombres amantes de Dios y de la Patria; o sea de personas que desde la niñez han sido preparadas para inclusive ofrendar su propia vida por los demás, en defensa de la soberanía nacional.

El gobernante justo, con el don de autoridad conferida por Dios a través de los más pequeños, es un auténtico portador del poder de Cristo, y será Este quien reinará sobre todos, es decir sobre los gobernantes y los gobernados.

Pero sabemos que aún no es el momento de la segunda venida de aquél que juzgará los merecedores de sentarse a la “derecha” de Dios Padre, más bien es tiempo de las corporaciones o lobbys entreguistas y cipayos, que movidos por el dinero han creado una cultura sedienta de la grandeza humana a costa de los más débiles; fervientes defensores de lo anticristiano como el derecho al aborto, al matrimonio homosexual, a la eutanasia o “muerte digna”. Son los que en definitiva, serán desplazados a la “izquierda” del Padre Celestial.

Si los nacionalistas no entendemos el significado del poder, desde el servicio y la humildad, sin llenarnos la boca con las grandezas de hombres notables, pero humanas al fin, no encontraremos al verdadero aliado que nos conducirá a la victoria y reconquista de nuestra Patria Argentina que es Cristo Rey.

                                                                           C.P.N. Enrique Marañon (h)

*Publicado en revista Milo N°5, diciembre del 2011.