martes, 10 de abril de 2018

EL MARTIRIO EN NUESTROS TIEMPOS

(Charla formativa a cargo del Pbro. Juan Castro Zavalía).

El pasado viernes 23 de marzo de 2018, en el salón de conferencias de la Biblioteca “Agustín Álvarez” de nuestra ciudad capital, el Círculo Nacionalista de Santiago del Estero, organizó una charla formativa a cargo del disertante invitado, el Pbro. Juan Castro Zavalía, reconocido sacerdote de nuestra comunidad santiagueña, quien con una gran didáctica, habló sobre el tema “EL MARTIRIO EN NUESTROS TIEMPOS”.

Comenzó el expositor aclarando nociones elementales de los conceptos de “mártir” y de “martirio” ya que, afirmó, “hoy se llama mártir a muchos que no lo son”. Partiendo desde el significado etimológico de la palabra mártir, dejó bien en claro que “solo lo es aquel que sacrifica y da su vida en nombre de Nuestro Señor Jesucristo… es quien padece la muerte en su nombre y en defensa de la verdadera y única religión, que es la religión Católica… la de la Iglesia que se mantuvo aferrada a la Cruz de Cristo”. Además aclaró que, de acuerdo a un sentido estricto, mártir proviene del vocablo griego que significa testigo, es decir que un mártir es “aquel que da testimonio del AMOR A CRISTO y, por lo tanto, la muerte por otras causas distintas a ese amor y testimonio, no son martirio. Continuando con un repaso de la historia de las primeras comunidades cristianas, el Padre Juan retomó el concepto amplio que se tiene sobre los “mártires” (aquellos que sufrieron las persecuciones del Imperio Romano) para dejar en claro que “fueron los primeros, mas no los últimos que dieron su vida en testimonio de la Fe Verdadera”. Aseguró que durante los dos mil años de historia recorridos por la Iglesia, hubo más mártires cristianos en el Siglo XX que en todos los anteriores diecinueve siglos anteriores.

El padre Castro Zavalia planteo la pregunta: ¿quién fue el Primer Mártir? A lo que respondió que fue Nuestro Señor Jesucristo, quien en tiempo y grandeza, dejó su testimonio de amor hacia el Padre y hacia nosotros, con su muerte en Cruz. Cruz a la cual la verdadera Fe de la Iglesia se aferró durante las persecuciones. De allí que le siguieron los martirios de San Pedro y San Pablo, la horrible muerte de San Esteban, los primeros Papas cristianos… todos sufrieron el martirio dando TESTIMONIO de la Fe en el Cristo Resucitado. De esos tiempos quedan testimonios que  afirman como la Iglesia primitiva sobrevivió a pesar de enfrentar una escasa viabilidad como comunidad religiosa universal, pero que, aun así, no existían los lamentos entre aquellos que veían su final cercano y tomaban su sacrificio como un mensaje de Victoria, de Alegría y de Esperanza. Sabían que el Bautismo en Cristo, a la vez que los condenaba al sufrimiento terrenal, les daba la salvación en pos de la santidad y “como el grano de trigo que cae en la tierra y no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.” (Jn, 24-25)

El expositor continúo su exposición afirmando que son innumerables los mártires que dieron testimonio del verdadero Amor y de la verdadera Religión. Se calcula que de los más de cuarenta millones de víctimas del martirio, veintisiete millones lo sufrieron en el siglo XX. Los “cristeros” mexicanos, los perseguidos durante el gobierno “republicano” en España, antes de la guerra civil, los cristianos de Oriente Medio y Lejano, las atrocidades en África y Latinoamérica… esos fueron mártires que se negaron, por su Fe a abandonar al Cristo redentor verdadero y Señor de la historia.

Más adelante nuestro conferencista se preguntó ¿Qué es ser un mártir y dónde está el martirio en la actualidad? El martirio está en todo aquello que ataca a quienes se empeñan en continuar dando testimonio de la Fe Verdadera –dijo-; pero muchos dirían el martirio viene desde “afuera” de la vida cristiana en comunidad, que viene de lo “anti cristiano”, de una “cultura anticristiana”. En realidad, los martirios incruentos provienen del poder y del dinero que exhiben lo malo (el pecado) de las modas, del “así se hace ahora”.

Por supuesto, nos dijo el padre Castro, hoy el martirio no es bueno para la salud física, pero si para la salud espiritual, ya que cómo dijo el Señor: “El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?” (Mt. 16, 24-26) y por estas palabras sabemos todos los cristianos estamos llamados A DAR TESTIMONIO, PERO POCOS SON LOS ELEGIDOS. Esos elegidos, hoy en día, deben enfrentar el martirio de ser perseguidos, torturados por las presiones externas y por todo lo que sea contrario al Evangelio (los Diez Mandamientos, el Sermón de la Montaña y el Testimonio de los Santos).

Pero, llegado a este punto, el Padre Castro Zavalía también aclaró que hoy, para los cristianos, y en particular para los católicos, la peor enfermedad es la TIBIEZA, ya que esta genera infecundidad, y sentenció que “los tibios son los culpables de la descristianización de la sociedad y del mundo”. Y aquí presentó el llamado que hizo San Juan Pablo II cuando se refirió al Martirio de la Coherencia, ya que el católico debe saber dar testimonio del Amor Verdadero y de la Fe Verdadera con su vida, haciendo frente y oponiendo resistencia a ese mundo cada vez más alejado de Cristo. El Martirio de la Coherencia, dijo S.S. Juan Pablo II, será el Martirio del Siglo XXI” aunque el disertante se encargó de aclara que, a pesar de estas persecuciones, externas (el mundo del pecado) e internas (la tibieza), LA FE VERDADERA, DONDE ES PERSEGUIDA, SE VIVE CON MÁS FUERZA.

Para finalizar, se exhibió un audiovisual sobre las comunidades cristianas perseguidas y desplazadas por las invasiones de los grupos extremistas islámicos en Siria y el Líbano, verdaderos mártires de la actualidad. Luego, hubo un intercambio de preguntas y respuestas con el auditorio, para finalizar con una cordial despedida y poniéndose a disposición para otras jornadas de reflexión.

Hugo Alejandro Acuña