
Dicha celebración eucarística tuvo un significado especial
ya que en ella el sacerdote celebrante hizo un encendido llamado a reafirmar
nuestra Fe Católica.
El llamamiento no podía ser más oportuno dado que en esos
momentos, en Plaza Libertad, tenía lugar una repugnante y pérfida convocatoria
a realizar una "apostasía colectiva" contra Fe en Jesucristo y su Santa
Iglesia Católica Apostolica y Romana.
Dicha convocatoria, realizada desde grupúsculos marxistas,
intolerantes, pervertidos y violentos, que militan en el ámbito local, fue un
intento más para agraviar y atacar a la comunidad católica local y la Fe de sus
integrantes.
Recordemos que una apostasía es la renuncia
que hace una persona de sus creencias religiosas y el abandono de la
religión a la que pertenecía. Digamos nosotros que en realidad dicho abandono NO nos
molesta ni nos ofende, porque como dice don Antonio Caponnetto “nunca le
importó a la Iglesia contar con hijos falsos, miembros traidores o feligreses
renegados”. Lo que si no vamos a tolerar es que con motivo de esas perfidas
manifestaciones publicas estas hordas de zurdos impios y endemoniados realicen
atentados contra nuestros templos, las sagradas imágenes o cometan cualquier
tipo de sacrilegios.
Por suerte en nuestra provincia todavía queda uno que otro
sacerdote valiente que no teme en decir la verdad oportuna e inoportunamente.
El Padre Castro Zavalía, en ese sentido y con una gran tino, hizo
un verdadero llamamiento a sostener nuestra Fe cristiana en su homilía,
inspirada en las lecturas del día (Ezequiel 34, 1-11 y Mateo 20, 1-16)
En primer lugar, el padre reflexionó sobre el rol
"pastoral" de la Iglesia toda y de los católicos, porque "todos
somos pastores" en algún momento, todos guiamos y protegemos, cuidamos y
curamos, buscamos y traemos al descarriado, como lo hace una pastor con su
rebaño.
Seguidamente, observó, a la luz del evangelio de Mateo, que todos
estamos llamados a trabajar en la viña del Señor y que "los últimos serán
los primeros, así como los primeros serán los últimos..." y todos
recibirán la bienaventuranza de Dios. Pero... ay!!! de aquellos que
"no hacen nada... de los que no se mueven... de los que se cierran en sí
mismos" y centró la prédica en la frase "por eso a mi no me gustan
los indiferentes". Y es que la indiferencia y la apatía de muchos
católicos hace más daño que los ataques de aquellos que reniegan de la Fe verdadera.
La indiferencia y la apatía obran, en forma silenciosa, pero constante, a lo
largo de la historia del Hombre. Y es el deber del Buen Cristiano entrar y
actuar en esa Historia, de la mano de Cristo, Salvador de la Humanidad.
Al finalizar su homilía, el Presbítero Juan Castro Zavalía, en un
acto de gran misericordia, nos convocó a renovar nuestra Fe con el rezo, unidos
en comunidad, del Credo Niceno-constantinopolitano.
Hugo Alejandro Acuña