miércoles, 15 de abril de 2020

Gramsci y el dolor de cabeza.

Antonio Gramsci

Conquistemos el mundo de las ideas, para que lleguen a ser las ideas del mundo
Antonio Gramsci.

Luego de la caída del muro de Berlín, el marxismo a nivel mundial cambió su estrategia para hacerse con el poder. Cambió el asalto por el asedio, como dijo una vez Lenín en las postrimerías de su vida. La conquista del poder político y la transformación del sistema económico ya no es su primer objetivo, sino la conquista de la sociedad civil, considerado este un paso ineludible, si se desea concretar el proceso hacia una sociedad socialista. Es decir, de lo que se trata ahora es de copar la superestructura de la sociedad antes que la estructura misma.

En este cambio de estrategia  juega un rol protagónico el pensamiento planteado hace casi un siglo por el comunista italiano Antonio Gramsci, que dejaría numerosas consignas marxistas aún en boga entre los cuadros intelectuales de la izquierda, como las siguientes:
Toda revolución está precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas
Hay que apuntar a los medios de comunicación y educación, vitales para el control de los centros de difusión de ideas, universidades, colegios, prensa, radio, etc.
 Habrá que hacer una agresión molecular, librar la batalla tanto en el campo de las ideas religiosas, como en las filosóficas, científicas y artísticas.”

En efecto, podemos ver con gran facilidad que en el espacio de 30 años desde el colapso del régimen soviético hasta 2020, el marxismo se ha abocado casi totalmente a la introducción en la sociedad de nociones conceptuales que le allanan el camino (relativismo moral y religioso, materialismo, nominalismo, existencialismo, inmanentismo), estas ideas se han introducido con gran velocidad en las universidades –proceso iniciado ya en la guerra fría-, profesorados, etc, y en los medios masivos de comunicación (TV., radio, etc.) Todo conforme al pensamiento de Gramsci, al punto tal de haber copado casi en su totalidad el mundo de la cultura y la educación.

El gramscismo se ha valido en esto de su arma principal, la dialéctica, la “filosofía de la praxis” –así le decía Gramsci al marxismo- y ha visto en el ámbito de la cultura un campo fértil para el uso de slogans y simbología que facilita la inducción de su pensamiento, como bien lo ha señalado el R.P. Julio Meinvielle en su monumental obra “El Comunismo en la Revolución Anticristiana”: “La dialéctica comunista, traída por Marx, proviene en realidad de Hegel, quien busca en todas las cosas las contradicciones, oposición, lucha… Los comunistas la aplican a la sociedad, dividiendo a través de la religión, política, raza, intereses económicos, sociales, etc.

Hay que hacer hincapié en esto. El comunismo atrae a su esfera de influencia a los no comunistas a través de disyuntivas tramposas en las que los no comunistas deben tomar partido haciéndoles el juego. Así se plantea, por ejemplo, la disyuntiva “imperialismo o antiimperialismo”, reservándose como propio el comunismo el bando antiimperialista, así de esa manera dirige o coacciona las fuerzas antiimperialistas de un país, incluso a los que no quieren ser comunistas.

De esa manera funciona la dialéctica; la población, informada mucho o poco, sin ser consciente, entra en el juego dialéctico a través de diferentes polarizaciones. Hay que recordar que esto no es nuevo, pues Meinvielle lo explicaba brillantemente en la década de los 60. Aunque en aquellas épocas, al carecer el marxismo de un control de la sociedad civil sólido, la mayor parte de la población seguía resistiéndose a sus ideas subversivas, ateas y materialistas. Es por eso que cambio su estrategia.

En nuestra patria el marxismo, derrotado en su aventura armada, recién tendría su expansión vertiginosa con el retorno del sistema partidocrático en 1983 y gracias al apoyo de un gobierno progresista y filocomunista como el de Raúl Alfonsín.

Aprovechando el clima antimilitar y el desprestigio de la jerarquía católica (acusada de apoyar al Proceso militar) los marxistas gramscianos lograron posicionarse entre los círculos intelectuales, desplazando a los liberales y conservadores, por medio de la dialéctica, es decir presentándose como la única alternativa frente al liberalismo y al capitalismo salvaje.

Hoy han profundizado su predominio en la cultura, y han ampliado sus engaños dialecticos con el feminismo y la ideología de género. Así a la lucha contra la burguesía explotadora y el imperialismo, le han sumado la lucha contra el sistema heteropatriarcal opresor, y contra su sostén: la Iglesia católica.  

Obviamente que para emprender esta larga y soberbia campaña de colonización cultural, el marxismo ha debido y reciclar a sus cuadros guerrilleros de los años setenta; transformados instantáneamente, como si fuesen robots, de aguerridos terroristas a intelectuales, periodistas, escritores y políticos, como Alfredo Leuco,  Horacio Verbitsky entre otros; y ocultar el pasado violento de los que ya no están como Rodolfo Walsh, presentado hoy por la historia oficial, como un pobre escritor y periodista inocente. 

Sin embargo, a pesar de todo el lavado de cerebro que desde hace décadas viene realizando el gramscismo, todavía quedan algunas personas de mayor edad y algunos  estudiosos honestos que no se dejan engañar por esta estrategia de camuflaje político. Esta gente es muy valiosa para una tarea de restaurar la verdad.

Pero he aquí otro punto clave de la estrategia del progresismo marxista: con mucha astucia ha sabido  hacerse de la juventud, y adoctrinarla con su cosmovisión y su mirada hemipléjica de nuestro pasado.

Cabe aclarar que si bien el marxismo cambio su estrategia y su juego dialéctico su doctrina sigue intacta; logrando que sus conceptos esenciales –el inmanentismo y el materialismo ateo- sean aceptados hasta por los propios capitalistas liberales.

Por otra parte, si bien Gramsci corrige a Marx en cuanto a los pasos a seguir para llegar a una sociedad comunista, sin embargo, esta aparente disidencia no ha impedido considerar a Gramsci como un integrante de la ortodoxia marxista, total ¿Qué es la ortodoxia en un movimiento de carácter nominalista?. No cabe duda de que los puntos de Marx en su gran ley dialéctica de la historia no se han cumplido nunca en el orden presupuesto, evidenciando su falta de carácter científico, y mostrando que Marx llega a dicha conclusión más por ideología, que por algún rigor científico. En cambio Gramsci si bien profundiza sus concepciones bajo las mismas pautas, lo hace con más realismo y astucia.

Recordemos –para no hablar en el aire- algunos puntos de la ley dialéctica marxista, para corroborar su carácter a todas luces utópico:
a.      El capitalismo produce una polarización de la sociedad, generando así que en el polo burgués opresor haya acumulación de riqueza –en constante aumento- y en el polo obrero oprimido haya acumulación de miseria –en constante aumento y cada vez más sometidos por el sistema-.
b.      parejo al aumento de necesidades, aumenta la conciencia social del obrero –ayudado en parte, por un grupo de intelectuales- y empieza a organizarse para gran revolución socialista.
c.       el régimen capitalista involuntariamente multiplica a los obreros y los aglomera en grandes urbes, donde estos se organizan mejor que antes y aumentan el número de socialistas.
d.      a medida que el capitalismo favorece los monopolios y la concentración de riquezas, se produce un mayor resentimiento entre las masas, que comienzan a expropiar sistemáticamente los medios de producción de los grandes capitalistas, anunciando el fin del sistema de propiedad privada capitalista.
e.      Sucede el golpe de Estado –una férrea dictadura del proletariado dice Marx, para matizar un poco la violencia del mismo- que toma el control total de la producción y aplican la consigna “a cada cual según su trabajo”.
f.        cuando haya desaparecido la sumisión esclavizante de la división del trabajo, correrán a chorros llenos los manantiales de la riqueza colectiva, y entonces el trabajo será la primera necesidad vital y la fuente de la riqueza colectiva.

¿Hace falta explicar que estos puntos, por muy bonitos que suenen, no se han cumplido jamás, ni en el colosal Estado Soviético?

Es por ello que sin alejarse de la ortodoxia -¿Cuál?-  Gramsci propone el evitar ir al choque directo con la clase dirigente, considerando que es más conveniente –y ayudaría a convencer más rápido a las masas sobre la legitimidad del movimiento- que los cuadros intelectuales se infiltren en el sistema y sean estos los que hagan colapsar el sistema capitalista desde dentro, como un cáncer. Es decir, hacerse con los métodos de control social –la superestructura- infiltrarse en la docencia, universidades, iglesias, comunidad literaria, científica, deportiva, etc.;  antes de hacerse con el método de coerción político –estructura- (Ejército, gobierno, leyes). He aquí la razón por la cual el marxismo, después de haber presenciado el colapso de la unión soviética, sigue vigoroso y ensanchando sus filas en todo occidente; poseyendo gran parte de la superestructura de los distintos países en donde llega.

Si antes el marxismo infectaba a algunos de los miembros del cuerpo social (a los obreros o campesinos por ejemplo), hoy va directo a la cabeza, a los que supuestamente piensan, y su infección produce un malestar que dificulta la coordinación de los movimientos del cuerpo y su paulatina degradación en todo sentido.

¿En qué momento específico ha comenzado el marxismo la lucha intelectual en los centros de instrucción?  Julio Meinvielle nos dice explícitamente: “Esta tarea, en efecto, de penetrar en este campo la empezó, de manera sistemática y organizada, el comunismo allá en 1949. Rodolfo Puiggrós, Abelardo Ramos, Eduardo B. Astesano, tuvieron a cargo esta misión”. Otros historiadores del revisionismo señalan como punto de partida 1918, con la reforma universitaria misma. El hecho es que el proceso de marxistización de los centros intelectuales del país hoy es casi total y constituye el núcleo de poder del progresismo marxista en Argentina.

Ahora bien ¿Qué corresponde hacer ante un escenario en que el marxismo ya no crea focos guerrilleros en los montes ni nos amenaza con ojivas nucleares, sino que está en las cátedras, en los medios, en los monumentos públicos, y en las salas de honor y prestigio de nuestros núcleos de profesionales e intelectuales que, voluntaria o involuntariamente, contribuyen a su proliferación?

La respuesta es sencilla, aunque su puesta en práctica no es nada fácil pues el enemigo es una impresionante hidra de cien cabezas. Por lógica no nos queda otra que plantear la resistencia en el mismo ámbito de la cultura (sin descuidarnos por supuesto de conformar organizaciones militantes que puedan actuar eventualmente en la arena politica). Al fuego habrá que oponerle fuego. Para ello cada nacionalista deberá ocuparse con ahínco en adquirir una sólida formación doctrinal y una amplia cultura general, profundizando según sus gustos personales los estudios filosóficos, históricos, económicos, literarios, etc.

Pero no basta con resistir individualmente el embate del marxismo gramsciano y del progresismo, tenemos que resistir organizados, formar centros de estudios, ateneos culturales, dictar charlas, encarar emprendimientos editoriales, etc.; es decir no solo resistir sino contraatacar.  

Para ello será necesario una juventud dispuesta a dar la batalla precisamente en el campo del enemigo: en los centros de adoctrinamiento, estamos hablando de las universidades, los institutos, los profesorados.  Hay que recuperar y rescatar a nuestros jóvenes de esas usinas de difusión del marxismo. El enemigo de Dios y de la Patria pisó irrespetuosamente esta tierra de hidalgos y de gauchos, pisó esta tierra de héroes, no podemos permitirle que siga haciéndolo. Hay que hacerle todo difícil; lo único que podrá tener fácil será su retirada. Recordemos lo que dijo el coronel Seineldin: mientras haya un argentino que se resista a ser conquistado, la patria vive.

Que Dios Nuestro Señor y la Santísima Vírgen María nos protejan en esta lucha para salvar a la Patria y para que se haga realidad el lema: Omnia instaurare in Christo.


                                                                                                        Franco Abregu 


3 comentarios:

  1. Magistral análisis de uno de los mas grandes artífices de la decadencia del occidente cristiano. Felicitaciones Camarada Franco Abregu!!!

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  2. MIS FELICITACIONES AL CAMARADA ABREGU POR ESTE EXCELENTE ARTÍCULO DE SU NEÓFITA PLUMA CUAL RESERVA UN GRAN FUTURO EN SU MILITANCIA...

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