Días atrás, se
tuvo que haber dado un debate importante dentro del ámbito liberal y próvida.
El tema era si debe ser legal el aborto o no.
Por supuesto que para todos los nacionalistas y cristianos ese no es un
tema debatible, no obstante ello algunos teníamos curiosidad por ver qué pasaba
en ese debate entre liberales, pero este finalmente se canceló debido a que una
de las exponente Gloria Álvarez (libertaria abortista), decidió cancelarlo por
una excusa insólita de ser agredida por su contraparte Lupe Batallan (liberal, atea
y pro vida) en la red social twitter.
Si bien la idea de este artículo no es discutir sobre las polémicas
internas que tengan estas mujeres, ni sobre la cancelación del debate, ni tampoco
extendernos en algo tan obvio para el ámbito del nacionalismo como es nuestro no
rotundo al aborto. Lo que si quisiéramos analizar aunque sea brevemente es el
trasfondo ideológico de la paradoja que se da dentro del campo liberal, en el
cual coexisten personar que apoyan la legalización del aborto (tal como si
fueran progresista de izquierda) y personas que no lo hacen.
El filósofo Argentino Pablo Muñoz Iturrieta, hace una muy buena
observación en su primer capítulo de su libro “Atrapado en el cuerpo
equivocado”, en donde nos habla de los “orígenes liberales del marxismo”. En él hace hincapié en que el fundamentos del
feminismo radical de izquierda es la libertad absoluta, desenfrenada y sin límites,
ya que reclaman un supuesto derecho a decidir sobre su cuerpo. Obviamente entonces que hay
aquí una exaltación de la libertad propia del liberalismo.
Surge entonces la pregunta ¿por qué esta visión exacerbada de la libertad
es más acorde al liberalismo? La respuesta de este autor nos hace retrotraer a
la esencia del liberalismo racionalista del siglo XVIII, en donde nos dice que
al liberalismo le nació un hijo matón y rebelde que se cansó del liberalismo
craso y adoptó una idea que venía gravitando ya desde la época de los sofistas
en Grecia: el comunismo. Y continúa diciendo que históricamente el liberalismo
se manifestó de dos maneras: Como un liberalismo blando (Liberalismo), y un
liberalismo de línea dura (Comunismo), que ambos en esencia buscan lo mismo (la
libertad como un absoluto), aunque con distintos métodos.
Ambos liberalismos, el blando y el duro, tienen sus raíces en el pensador
suizo Jean Jacques Rousseau y surgen debido a una contradicción interna de su
pensamiento acerca del Estado, según la cual este no es algo del orden natural,
pero sin embargo es algo necesario para la recreación de nuestro estado de naturaleza
original.
Esta contradicción nos muestra el error de origen de estas corrientes
ideológicas (Liberalismo y Marxismo), que niegan la existencia de un orden
natural que permite dar un punto de partida para hablar de los derechos y obligaciones
de las personas y de la libertad o de los derechos individuales después.
Entonces la pregunta clave es: ¿Existe un orden natural y un derecho natural?
El profesor y filósofo Carlos Alberto Sacheri en su obra magna “El orden
natural”, nos habla al respecto de esto si ¿existe acaso una ley natural, un
derecho natural? El autor nos dice que el derecho natural “es lo que se le debe al hombre en virtud de su esencia” (ósea por el simple hecho de ser hombre). También
nos dice que “el derecho natural incluye
un conjunto de principios o normas que todo hombre por ser tal puede considerar
y exigir como suyo, como algo que le es debido”. Esto quiere decir que este
derecho natural es inherente al hombre por sobre todas las cosas. Ahora ¿Qué es lo que
contiene el derecho natural que lo hace tan importante? Sacheri nos dice que el ser humano posee tres
inclinaciones que son: 1) la conservación de la existencia, 2) la propagación
de la vida humana y 3) la tendencia a su perfección humana (intelectual y
moral, social y religiosa); y que de esas tres inclinaciones nacen derechos y
obligaciones.
Así mismo el filósofo nos dice
nuevamente “que todo el orden de las
normas morales depende de un principio ético, evidente por sí mismo: <Hay
que hacer el bien y evitar el mal>”. Con esto se entiende que este
principio (hacer el bien) no admite ninguna excepción y excluye toda
posibilidad de error.
Como ya sabemos, hace tiempo la llamada “nueva izquierda” viene atacando
a los pueblos del mundo a través de distintos artilugios culturales, que no
hace más que corromper el orden natural y la ley natural a la que hacía
referencia Sacheri. Mientras que como contrapartida a esta ha surgido una nueva
derecha (los llamados libertarios) que se presenta como su alternativa. Sin embargo
ambas expresiones niegan “el orden
natural de las cosas” y niegan el derecho natural; anteponiendo sus
libertades individuales y sus egoísmos antes que la ley natural que nos incluye
a todos por igual sin importar nuestros deseos o gustos ideológicos.
Entendido esto, realmente no nos sorprende para nada ver a alguien que se
considere de derecha, liberal o libertario, y que sostenga que la mujer es
libre de decidir sobre su cuerpo exactamente tal cual como dicen las feministas
radicales de izquierda.