Podríamos establecer sin lugar a dudas que el acontecimiento mas significativo que ha sucedido en el siglo XX y que ha marcado una aceleración disolutoria de nuestros tiempos fue la caída del muro de Berlín y el consecuente derrumbe del régimen comunista soviético constituido a partir de la revolución del año 17.
Como sabemos este hecho estuvo lejos de significar un signo positivo, de normalización y de resolución de los conflictos según la tesis de Fukuyama tan divulgada en los años 90; ni tampoco como han creído algunos la fase final de la caída de nuestra civilización.
La presencia física de este muro generaba por reacción una tensión dialéctica entre ambos bandos. El comunismo permitía reproducir en el occidente liberal valores que este había sustentado en su apogeo y que gracias a la presencia de aquel podían seguir vivos. En efecto el principal ideal que enarbolara la ideología liberal en su antagonismo en contra del absolutismo monárquico fue el de la libertad, comprendida también como sinónimo de tolerancia y respeto por la diversidad de opiniones…
Expresaba Voltaire: "Rechazo tus ideas, pero estaría dispuesto a dar la vida para que puedas seguir sustentándolas con libertad"; esto -que es un apotegma del liberalismo- puede sin embargo entenderse bien, e incluso podriamos decir que es licito para un hombre de la tradición batirse en su defensa sin adherir a esta ideología.
El comunismo representaba el totalitarismo del Estado que no respetaba las diferencias, que perseguía y reprimía a los opositores con cárceles, campos de trabajo forzado, "reeducación”, asesinatos masivos y hasta clínicas psiquiatricas a fin de que estos se “curaran del error”. Y esta actitud generaba en su tensión un rescate y valorización propia del liberalismo en sus orígenes.
El comunismo a su vez por reacción contraria rechazaba del capitalismo el egoísmo económico, el decadentismo burgués de una vida pensada en tan solo en la función del bienestar y rechazaba pues el ideal de una libertad cuya única meta era el confort individual.
Al caer el muro no solo cayó el comunismo, sino que cayeron los dos grandes ideales trunco que aun tenia el mundo, pero ideales al fin:
El de una libertad sin trascendencia y el de una justicia pero limitada al terreno de la mera economía .Y la consecuencia ha sido no el triunfo del liberalismo sino el de un tipo de hombre que ha tomado de los dos sistemas lo peor que los mismos poseen :
Un liberalismo sin libertad que es una sociedad totalitaria en donde han desaparecido los pluralismos en la cual una sola ideología es posible: la democracia; a la cual se ha llegado a divinificar en una altar sagrado y en cuya defensa todos los medio represivos son posibles y aceptables no pudiendo haber alguien que tan solo piense en la posibilidad de algo diferente, por lo tanto, convertida en un totalitarismo moderno de una manera muy parecida a la del abatido comunismo.
Hoy en día en nuestra Argentina se ha impuesto la modalidad de condenar a una persona “no democrática”, o “poco democrática” o con “déficit de democracia”, a seguir cursos obligatorios de Derechos Humanos, que son la contra partida de los que en el sistema soviético eran los campos de reeducación política. Pero no solamente el Liberalismo se ha Sovietizado, gracias a la caída del muro, ha sucedido también que del mismo modo el comunismo en su conjunto se ha aburguesado, ha perdido su ideal de justicia que aun lo movilizaba y lo ponía en antitesis respecto de la sociedad burguesa, llegando a compartir los mismos ideales decadentistas, antes criticados del mundo capitalista.
Por lo tanto tenemos así una sociedad que ha arribado a una síntesis entre las dos ideologías tomando del comunismo su totalitarismo y del capitalismo su afán por el lucro y las ganancias. Esta síntesis cáustica a generado un modelo de hombre sin metas lejanas.
La libertad, el progreso, la igualdad, la justicia social, otrora ideales del liberalismo como del comunismo son cosas que ya no interesan; el individualismo, en su sentido mas chato y minúsculo lo ha invadido todo. Han desaparecido de esta sociedad los ideales hasta los mas bajos y absurdos pero que mediatizaban la vida de los hombres, vinculándola mas allá del mero presente. Se trata ahora de vivir de la mejor manera posible y de disfrutar del mejor modo el instante tratando de prolongarlo lo mas que se pueda y de hacerlo cada vez mas placentero, hasta se ha inventado una filosofía que ha decretado no solo la imposibilidad sino aun la renuencia por descubrir y hallar la verdad, lo cual es calificado por algo autoritario e incluso pernicioso para la felicidad de la persona.
La consecuencia de todo esto es un tipo de hombre diferente, nunca antes registrado por la historia, no reacciona nunca ante una injusticia, se resignará a todo siempre y cuando no lo molesten, se imita al animal, pero el de rebaño, no se quiere ser molestado con tal de apacentarse libremente, y esto sucede principalmente por que este hombre carece de vida interior. Estamos pues sin duda en el mundo del caos y una de las características del mismo es justamente la absoluta imprevisibilidad y por lo tanto la inseguridad y ello va aparejado a su vez con el hecho de que este hombre a perdido la capacidad asombrarse y por lo tanto de reaccionar .lamentablemente esto no solo lo extendemos a la gran masa, al pueblo sino lo mas grave de todo es que ello acontezca aun en personas que por su calificación o sus posibilidades deberían tener una mayor apertura de horizontes.
Este articulo va dirigido a todos aquellos que estan en absoluta antitesis con este mundo moderno en disolución (en el cual lamentablemente nuestra querida patria está en la avanzada gracias al accionar diligente de los lacayos del nuevo orden internacional que nos gobierna), y que han decidido seguir adelante y vivir en él; para que ante los fenómenos destructivos y de disolución, hagamos como los antiguos alquimistas y seamos capaces de convertir el veneno en remedio, el plomo en oro, y finalmente podamos afirmar con orgullo que aquello que nos destruye sirve por el contrario para hacernos mas fuertes.
Ing. Carlos Alberto Zerda
Publicado en Revista "Milo", numero 1, abril del 2011.
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